Nueve meses esperando para abrazar a tu bebé y, cuando por fin llega el momento, son muchas las amigas y los familiares bienintencionados los que te aconsejan que no tengas en brazos a tu hijo o hija más de lo imprescindible:
“Es que si lo sostienes en brazos cada vez que llora, lo malcrías»
«No lo duermas en brazos, que se acostumbra»
«Si le cantas y lo tranquilizas dándole suaves besitos o lo duermes masajeándole la espalda o si estás siempre cerca de él…,
luego no va a querer estar solo”.
¡¿Qué mi bebé no va a querer estar solo?!
Vaya, pues claro, ¿cómo va a querer estar solo un recién nacido o un bebé de semanas?
Y ¿para qué va a querer estar solo?
Y ¿por qué tiene que acostumbrarse a no estar contigo?
¿Soy mala madre por tener en brazos a mi hijo?
Hay momentos en que es posible llegar a pensar que una es “mala madre” si su bebé “prefiere” los brazos maternos a la cuna.
Ay, que no lo estoy “educando” como se debe.
Ay, que voy a crear un bebé “dependiente”.
Ay, que la culpa de… es mía
A ver, recapacitemos:
Lo más natural parece ser que (después de sentir y de sentirse parte de su madre durante el embarazo) tu bebé quiera, desee y anhele seguir sintiéndose arropado, atendido, querido, importante, acompañado…, porque los bebés no hablan, obvio, pero sí sienten, claro, y mucho.
Cada mamá hará lo que quiera o lo que pueda, pero no deberíamos sentirnos culpables (y a veces ocurre) si nos pasamos horas observando a nuestro bebé, abrazándolo, canturreando para ella o para él, atentas a su respiración, a su confort y… en brazos, si eso es lo que nos pide el cuerpo.
Además, la ciencia ha comprobado que interactuar con tu bebé, abrazarlo y hablarle es esencial para su desarrollo, porque favorece las conexiones neuronales de su cerebro.
Si le hablas, si cantas, si le cuentas cuentos (aunque no entiendan tus palabras, sienten la calidez de tu voz), si los acaricias y los besas, si te plantas ante ellos y dejas que te observen… van a vivir “experiencias” y a recibir los maravillosos estímulos naturales que le permitirán crecer sintiéndose querido y seguro.
Las sesiones de fotos newborn tienen una duración aproximada de unas 3 horas (en general una mañana) y durante ese tiempo en el estudio, con toda la tranquilidad del mundo, los bebés protagonistas de las fotografías también tienen tiempo de disfrutar de los abrazos de sus madres y dejarse querer y mimar por la familia.