En una sesión de fotos newborn, hay fotógrafos que prefieren que el recién nacido haga su toma en casa antes de salir hacia el estudio fotográfico.
En mi caso, si la familia vive cerca del estudio, me parece bien que la mamá le de el pecho o el biberón a su bebé antes de venir, pero, si es posible, yo prefiero que el bebé haga la toma cuando la familia llega al estudio.
¿Sabes por qué?
Primero, porque así el bebé, con la barriguita llena, podrá dormirse en cuanto acabe de alimentarse y dispondremos de un buen rato para hacer las fotos y, con todo el sosiego del mundo, mientras duerme profundamente, posicionarlo cómoda y tranquilamente..
Segundo, y también muy importante, porque durante ese ratito, mientras la mamá alimenta a su bebé, ella y yo charlamos un poco, nos vamos conociendo, empezamos a establecer una vínculo y un ambiente de confianza y, además, nos podemos fijar en si el bebé se “coge” bien o si está en la posición adecuada para soltar los gases cómodamente.
El círculo virtuoso de la sesión newborn
Todo sin prisas, con calma, en lo que debe convertirse en un círculo “virtuoso”: si la mamá está tranquila, el bebé está tranquilo; y si el bebé está tranquilo, la mamá también lo está.
No olvidemos que una sesión fotográfica de recién nacido es una sesión muy especial, porque la mamá te confía a su bebé, y lo pone en tus brazos para que puedas hacerle unas fotos.
Por eso, durante la sesión, no solo estoy atenta y pendiente del bebé (lo más importante), sino que también intento cuidar a la mamá para que esté a gusto y tranquila.
Ser madre de un recién nacido puede ser agotador. Yo tengo una hija y un hijo y lo sé muy bien. Por eso, los detalles son importantes y hay que cuidarlos: procuro que la mamá siempre tenga agua a mano y un tentempié o algunos bocadillitos para que vaya reponiendo fuerzas, y le voy explicando en todo momento qué estamos haciendo durante la sesión fotográfica de recién nacido.
Y si te apetece, aquí tienes un enlace a una de mis fotógrafas preferidas, la peruana Alexandra Behr: